Juan Alberto Madile - Pensamientos
El árbol de la vida, de G. Klimt
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Pensar la existencia: el tiempo es una sucesion irreversible

La conciencia humana "aspira a la forma" de aquello que percibe; "exige su determinación". Es que pensar es una forma de determinar algo.

La conciencia humana "aspira a la forma" de aquello que percibe; "exige su determinación". Es que pensar es una forma de determinar algo. Y así es como se lo conoce. Si bien el mero pensarlo no lo hace existir sino que el proceso es el inverso.

En efecto, tratándose de un objeto de la realidad, es a partir del mero existir que se llega a su plena inteligibilidad; porque lo innegable al inicio es la verificación de su existencia, de su "plena" existencia; que es en verdad la del concreto existente (nosotros mismos lo somos), el cual es en sí mismo, singular y único.

Y también irreversible, dado su carácter temporal; aquí lo único regular es el sucederse, si bien de una diversidad que no admite síntesis. Cada momento está fuera de sí "entrañando la serie abierta de los demás"; el tiempo es "huida general fuera de sí mismo", decía M. Merleau-Ponty; en él, "ser y pasar son sinónimos".

Entonces, primero es la percepción de la cosa. Se destaca una figura sobre un fondo, que es ya relación que la delimita. Se vinculan sus apariencias múltiples; cada una de las cuales remite a la unidad de lo percibido, en cumplimiento del principio de identidad. Se pasa luego, en el proceso del pensar, al concepto, que ya no contrae a una cosa sino que reúne caracteres, los exclusivamente comunes, de un conjunto. Y se distinguen determinaciones esenciales de las accidentales, no pudiendo faltar las primeras sin que el objeto deje de ser lo que es y sin que pueda distinguirse de todo otro. 

Se va advirtiendo el proceso de expansión al todo a que tiende la conciencia en su trabajo de determinación de la realidad.

Continúa con el juicio, que expresa la relación (necesaria) entre el objeto y sus cualidades; se prosigue con el razonamiento, que relaciona a su vez juicios en virtud de sus conceptos comunes.

Y así como en lo relativo a su pensar, se da en el hombre asimismo la determinación de un obrar que le es propio. Justamente todo el proceso precedente es función de este proyectarse del sujeto sobre una realidad, vuelta campo de su comportamiento.

En suma: se estructura la realidad como espacio de tal comportamiento; siendo éste, entendido en sentido integral, tanto un pensar como un operar sobre el medio.

Un pensar digo, que es un hacer que es ya acto, que es ya su propio resultado. Acto que además se expresa. En un movimiento que no sólo que aspira al todo sino que debe repetirse cada vez para recuperar su sentido; éste también, necesariamente concreto. Lo único universal se halla en la lógica formal y en la matemática pura; no en la realidad, siempre concreta.

Y también digo que hay un comportamiento, el que opera sobre un medio donde el hombre se busca, sin una identidad fija y precisa sino intentando no perderse a través de la sucesión y del cambio. Apenas en esto consiste su identidad; pero procurando no tener que traicionarse en el tiempo. Nada menos que con este compromiso moral, igualmente.

De modo que hay existencia como objetividad, como exterioridad; pero hay también en ella el dinamismo de un sujeto que es por sí. Un ser que, siendo para sí, puja por realizar un ser propio haciéndose como él quiere verse.

Y para que la acción sea, una realidad para él significativa. Necesidad pues de un pensamiento que la estructure y dé sentido. 

Todo por obra de un comportamiento que, por emancipación del instinto y la necesidad, ha logrado auto-determinarse. En el lapso de una vida que, habiendo alcanzado en el hombre la conciencia de sí, puede expresarse de un modo renovablemente original... en esa rica diversidad que la sucesión temporal ofrece.

Pensarse y hacerse, como cada individuo humano elija ser... en su tiempo limitado de vida. Porque podrá parecernos que los ciclos se repiten, que las temporadas regresan, pero la experiencia nos dice que nuestro tiempo es, inexorablemente, sucesión irreversible. Aquellas golondrinas ¡desengañémonos! ésas, no volverán.

Su publicación periodística: el 09 de agosto de 2021, en Rosario (Argentina).



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