Apenas tres palabras
Hay un término de invocación permanente en nuestro firmamento ideológico: el de hegemonía. Que tuvo su origen en Antonio Gramsci: su filosofía, de la crisis y de la praxis
Hay un término de invocación permanente en nuestro firmamento ideológico: el de hegemonía.
Que tuvo su origen en Antonio Gramsci: su filosofía, de la crisis y de la praxis. De la crisis, porque combate la ideología de la clase dominante; y de la praxis, porque coloca al filósofo mismo como elemento de una contradicción que lleve a una acción transformadora.
Según él, el Estado tiene un momento que es de fuerza pero también otro que es cultural. Si bien ello, en función de las relaciones de producción y en beneficio de una clase dominante. Cultura que se difunde en los subsistemas sociales, dice, como función educativa.
Es a esto a lo que llamó hegemonía: es que el grupo que ha alcanzado el poder, además de sostener sus intereses económico-políticos transmite su visión del mundo integrando según ella intereses y cultura, mostrando una igualdad que es sólo formal y legitimando así su poder.
En propiedad de los medios de producción entonces, y con el triunfo político, resulta -según el autor- su hegemonía: que es dirección política pero también cultural. De donde, necesidad de una praxis (revolucionaria) de la clase a ella sometida; que ponga en crisis el engaño y lo profundice; conduciendo a un enfrentamiento de clases. Dejando de limitarse aquella participación al sufragio y poniendo de manifiesto la contradicción entre fuerzas y relaciones de producción.
Sin embargo, a la toma del Estado por dicha acción revolucionaria le seguirá igualmente -sostiene el mismo autor- tanto el ejercicio de la fuerza (habla de dictadura de clase, con su propio aparato represivo) como una función hegemónica, ahora al servicio de la ideología de clase, la que deberá expresarse también, en toda manifestación colectiva.
De modo que también la fuerza y también la hegemonía cultural... en el Estado de Gramsci.
Con un enfoque más sociológico y partiendo de la misma base marxista, Pierre Bourdieu habrá de sostener que, si bien las estructuras sociales determinan o condicionan al individuo, se debe atender también al sentido que la realidad tenga para éste.
Ocupándose en lo económico, en consecuencia, más del consumo que de la producción; y en lo cultural más de los sistemas simbólicos, determinantes también en las relaciones de poder. Estructurando dialécticamente lo estructural con lo individual.
Define a la sociedad, como "sistema de relaciones de fuerza y de sentido de los grupos y clases"; otra vez: la necesidad (que está aquí implícita), la fuerza, el sentido... si bien la dimensión cultural, en definitiva, de reproducción de las relaciones sociales dominantes.
Son algunos de sus conceptos centrales: campo, habitus, poder simbólico.
El primero, como espacio social compuesto por instituciones, agentes y prácticas; es un espacio de consumo y de discrepancia entre grupos; asimismo de articulación entre ellos y con mecanismos de resolución de conflictos; espacio donde lo simbólico cumple una importante función reproductora dijimos.
El concepto de habitus, como "sistema de disposiciones adquiridas por aprendizaje..."; es aquí donde se produce y reproduce el sentido; es el ajuste entre los deseos individuales y las demandas del campo, asumiéndose su sentido práctico.
Y hay otro concepto clave, el de poder simbólico; de imposición de las formas de consumo que dependen de la distribución de la propiedad; ejercido por grupos dominantes que convierten su visión del mundo en punto de referencia para todos. Su lugar de materialización -agrega el autor- es el lenguaje; es que se lucha en política por la palabra, por el monopolio de sus medios (nos recuerda lo tan repetido: "medios hegemónicos"); con ella, se constituye la realidad misma.
Y más próximo a nosotros y con miras a nuestra realidad, citemos a Ernesto Laclau. Quien propone la radicalización de un populismo... en dirección a una revolución socialista. También con base en el marxismo, refiere a la sociedad en clases sociales según las relaciones de producción. Pero sin que ellas constituyan un sujeto político; éste resultará recién del pueblo movilizado, por articulación de sus distintas demandas. Será el pueblo pues, el que lleve a la conciencia de clase, a la lucha de clases, a la oposición a un "bloque" socialmente dominante...
Se trata además, de una teoría del discurso. Pero que parece darse recién con la articulación (contingente) de tales demandas (ocasionales). Discurso en el que se admiten inclusive "significantes vacíos": son los que exceden su significado y pueden así abarcar a otros.
Discurso que, con su concepto de "diferencia", significaría el antagonismo entre "los de arriba" y "los de abajo". Con punto de partida en aquella situación de reclamos dispersos, al quedar insatisfechos; los que se articularían según una dialéctica, sin una síntesis necesaria.
No más que retórica pues, que no respeta ni razón ni principios lógicos; en la que se puede ser contradictorio impunemente. Que no se priva de ujtilizar a sus turno los medios de comunicación; los mismos calificados de "hegemónicos" en otros. Pretendiéndose diferenciar a un sujeto popular de un sujeto democrático. Cuando en verdad el primero no es más que un agregado inorgánico, movilizado por algunos sin respeto a derechos y procedimientos legales. Su principal recurso es el fomento del resentimiento, del odio al otro en lo que se cree que éste representa.
Y la denuncia de hegemonismo que se formula, encubre en verdad la intención de esos algunos que, aprovechando la necesidad de otros, lejos de satisfacerla quieren beneficarse administrándola... lo mismo que condenaban en aquellos que combatían. No más que intereses e ideología, con una cultura empobrecida puesta a su servicio.
Apenas tres palabras, en las tres teorizaciones de los autores expuestos, para justificar el desorden social y la ausencia de disciplina. En lugar de este discurso, con tal profusa reiteración de hegemonía, articulación, sujeto (popular), ¿por qué mejor no oponer a este desorden populista, el orden (perfectamente posible y plausible) de un pueblo instruido?
Su publicación periodística: el 17 de mayo 2022.