Juan Alberto Madile - Pensamientos
"La traición de las imágenes" por René Magritte
Compartir:               


El sentir y el pensar

Nuestro cuerpo nos procura sensaciones; tanto desde el exterior como de su propio interior. Tal es nuestra subjetividad

0Nuestro cuerpo nos procura sensaciones; tanto desde el exterior como de su propio interior. Tal es nuestra subjetividad. Que además de sentir, nos permite pensar. ¿Y para qué hacerlo, si para sobrevivir nos bastaría con la reacción refleja o el instinto? Es que hay una función que el pensar desempeña y un valor que realiza: nos permite conocer la verdad. Porque no es lo mismo pensar que conocer. Hay una relación de medio a fin entre ambos: pensamos para conocer, para alcanzar un pensamiento con valor de verdad.

Es claro que nuestro cuerpo no se limita a proveer de sensaciones para pensar ni es la verdad nuestro único valor. También siente, en el sentido ahora del sentimiento y la emoción; también desea y cree, en el sentido del querer, del aceptar o rechazar.

Actos y funciones que se encuentran ligados y que, en cuanto a un valor objetivo de verdad, responden a los que sean propios del mundo cultural al que se pertenece, además de los que motivan personalmente la conducta.

En nuestra historia, esto se remonta a la Grecia antigua, con los valores de la subjetividad (de lo bueno, lo bello, lo verdadero); y hoy se confirma con la teoría de los valores de finales del siglo XIX que diera su fundamento a las actuales ciencias de la cultura. Porque hoy existe un conocimiento científico que no sólo refiere a lo formal  ni sólo a la realidad física.

Pero tampoco es la verdad científica el exclusivo valor que rija la vida del hombre y, mucho menos, empuje emocionalmente su conducta. Se manifiestan en ella otras necesidades, tales como la estética y, en razón de la vida colectiva, la que imponen normas morales y jurídicas, necesidad ésta que no es la física del "no poder no ser" sino la ética del "deber ser", cabe aclarar.

Ahora bien, ¿en qué consiste el proceso del pensar... el que se despliega en cada experiencia y se centra en cada conciencia; entendida esta última como cierta relación con los objetos, pero no como identificación con ellos sino en el sentido de permitir alguna forma de representación simbólica?

Dada dicha conciencia en los modos: tanto de la percepción, que es lo que reconocemos por los sentidos; como de la memoria, que refiere al pasado (desde dónde, "fácil tránsito" al pensamiento y a las ideas, se ha dicho); como de la creencia, que ya algún conocimiento pretende al ser conciencia de lo tenido por verdadero o falso. Y hay otros modos mentales; como el deseo, que apremia por ser satisfecho; la búsqueda del placer y la evitación del dolor, sensaciones éstas que van  asociadas...

Pero bien entendido que es en el acto del individuo que se dan el sentir y el pensar en concreto; el pensar, con un objeto y un contenido. Y en quien los pensamientos se relacionan haciendo de tal individuo una persona. De la organización de cuyas sensaciones, ya desde la percepción, se forma una imagen que después se recuerda; con algún significado referido al objeto representado. Asociado todo lo cual, a la palabra; la que lo comunica con los demás, consigo mismo y la que le precisa dicho significado.

De manera que la experiencia que tiene el sujeto de su mundo, consiste en sus vivencias y en lo que éstas le enseñan, como elementos asociados en él. Subjetividad que le viene de antes, por ser inherente a todo aquello que manifiesta una interioridad en movimientos (tanto instintivos como adquiridos), los que llegan a ser voluntarios... hasta despertar a la conciencia... desde una noche que se ignora.

Vemos así como se asocian en él, estos modos de la conciencia: las imágenes a las sensaciones; en correlación éstas con las de otros individuos como teniendo una causa exterior común que les permite creer quie existe; y las imágenes, como copias de sensaciones pasadas. Y desde el objeto, es su percepción en apariencias que puedan ser recordadas y asociadas; influyendo así en el comportamiento... el que sería otro si esa experiencia hubiera sido diferente.

Y junto a la conciencia, siempre la palabra: tanto la voz interior como la que comunica, la que pretende exorcizar la soledad y colmar el vacío, la emocionada que emociona, la animada que impulsa, la que insiste en la creencia, la que enuncia el juicio categórico o formula el pensamiento inteligente.

Ello, con el riesgo permanente de mero verbalismo. El siempre hablar para nada decir. Y eso, en muchos casos, a lo largo de toda una vida de autoengaño.

Pero tenemos dicho: no todo es pensamiento y razón. También está el modo del juicio valorativo; que radica en el sentimiento y tiene como acto característico el de la aprobación o reprobación.

Entonces, ¿qué fundamento tiene este acto? No puede haber otro que la libertad del sujeto. Que así como la subjetividad empieza desde antes de la razón, así también podría hacerse una estratificación ascendente, donde veríamos irse afirmando la libertad en cada estrato frente a los anteriores hasta llegar a la conciencia del hombre, libre frente al mismo organismo al que sin embargo está ligado. Por eso éste, además de pensar elige sus valores; aún a costa, muchas veces, de su propio cuerpo.

Su publicación periodística: en Rosario (ARG.) el 14/11/2022.



Una buena voluntad